Para su elaboración se utiliza las variedades Pedro Ximenez, vendimiadas cuando su contenido en azúcares ronda los 190 gramos por litro. Las uvas se seleccionan meticulosamente y se elaboran y fermentan, obteniéndose vinos pálidos, casi acuosos, transparentes y brillantes, fructuosos a la nariz y secos o ligeramente dulces en boca.
Debe servirse frío, en copa para vino blanco. Se conserva durante un año, aunque abierto se recomienda consumir lo antes posible. Es un perfecto acompañante para platos ligeros, como verduras, pescados blancos, mariscos suaves, aves... Mezcla muy bien con licores con base de vainilla.
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